“Hoy el antikirchnerismo es un fenómeno de masas”, afirma.
“En la Argentina, gobernar es gobernar el dólar”, advierte.
“Milei es un motoquero: el chasis es él.
No cuenta mucho buffer entre su popularidad y él mismo”, analiza.
“Lo qué sí tiene es la casta que subsidia sus errores: cada intento del viejo sistema, le subsidia su posición de outsider”, explica.
“Con un gobierno de estas características, la pregunta es: cómo es el segundo tiempo”, reflexiona.
“Todos los gobiernos tienen primer gabinete, segundo gabinete, y no solamente un marco rígido como el que plantea el Gobierno, que dice: el triángulo es inamovible”, analiza.
“Milei no insistió con su voluntad pedagógica en el tema del FMI porque lo necesita pero tampoco cree tanto en eso”, aclara.
“Milei es capaz de defender lo indefendible si cree en algo”, compara.
“Históricamente, hubo un sector que vio al Fondo como una especie de mano floja para gobiernos semipopulistas”, dice.
En el primer año de Milei, casi todos los sectores que suelen movilizarse en la Argentina interpretaron que no había margen social”, compara.
“Nunca existió, ni siquiera en el gobierno de Macri, la correlación entre popularidad y movilización social”, señala.
“Se da un efecto inverso: no se llena la plaza porque les está yendo mejor sino porque les está yendo peor.
La cosa se radicaliza en un repliegue”, sostiene.
“Para venir del liberalismo, Milei es raro: es como una agenda macrista con métodos kirchneristas”, reflexiona.
“No creo que la represión en una marcha tenga el impacto sobre la opinión pública que el kirchnerismo cree”, piensa.
“Desde el 83, la Argentina tiene una relación con la represión que habría que ver si es otro tabú que Milei rompe”, se pregunta.
“El gran éxito de Milei del año pasado fue controlar la calle sin represión”, destaca.
“La pax mileísta es importante: es un gran logro”, concluye..